miércoles, 3 de marzo de 2010

Un colombiano protesta a 40 metros de altura por quedarse sin trabajo en España

Doney Ramírez decidió subirse a una grúa donde lo esperaba un compañero dominicano de 34 años que vive en las alturas desde hace ya 25 días.

Antes de las cinco de la mañana, Ramírez estaba escondido en el centro de Pozuelo, un municipio situado a unos 40 minutos de Madrid, frente a una grúa de unos 40 metros que está puesta en la plaza principal, donde sólo hay escombros de construcción.

Este pereirano de 35 años logró meterse entre las altas vallas que rodean la plaza central y burlar a por lo menos cuatro policías que la custodian.

Ramírez, empleado de la empresa Jigar, era uno de los más de 22 que trabajaban en la remodelación del centro del municipio. Sin embargo, desde hace un poco más de un mes, Ploder Ulcesa, la compañía que contrató a Jigar para llevar a cabo el proyecto dejó de pagar. No sólo quedaron quietas las obras, sino que deben 140.000 euros (unos 420 millones de pesos) del acuerdo.

Ante el riesgo de quedarse sin trabajo y sin sueldo, uno de ellos, David Cediel fue el primero en subirse hasta lo más alto de la grúa, anunciar que se quedaba allí a vivir y puso una pancarta que reza: "Ruina Consentida". Pocos días después, lo secundó Sandy, que el pasado 16 de febrero quedó sólo, porque la mujer de Cediel dio a luz. Entonces Doney decidió ayer acompañarlo.

Desde la altura, y mientras Sandy hacía ruido con unos pitos y saludaba a gritos a la gente que pasaba, Ramírez le confesaba a EL TIEMPO que no había sido capaz de contarle a su esposa también colombiana y sus tres hijas de 9, 11 y 13 años que ya no iba a dormir en la casa, sino en la grúa. "Lo hice por solidaridad, para darle fuerzas a Sandy. Somos 22 que vamos a quedar desempleados. No sólo estamos agradecidos con Jigar porque nos ha dado trabajo, sino porque del pago de la deuda dependen nuestros salarios", dice este colombiano que lleva nueve años en España.

Con el fuerte viento pegándole y sujetado a una de las vigas, Ramírez, que era celador en Colombia, cuenta que llegó a este país con la idea de conseguir dinero para una casa y "tener una familia en condiciones". Se fue cuando venía uno de sus hijos en camino. "Viajé cuando mi mujer estaba embarazada. A mi hijo lo conocí cuando ya tenía mis papeles en regla. Ya tenía dos años. Desde hace tres, toda mi familia está conmigo".

Doney confiesa que el primer día en el aire ha sido duro. Almorzó cosido madrileño y dice que no tiene espacio para movilizarse. El jefe de la empresa les compra comida en los bares cercanos y es subida por una de las cuerdas que le cuelga a la grúa, siempre con el permiso de los policías.

Sandy le contó a este diario que, a pesar de que su familia está enfadada con él, dice que "es valiente" y prometer seguir allí hasta que paguen. Sobre la vida en el aire, dice que duerme en un hueco que hay, que hace sus necesidades de noche y en bolsas, cuando el pueblo duerme. "Lo más difícil es el frío. Se me congelan los pies y las manos. Además, todo el día me estoy moviendo por el viento", cuenta el dominicano.

Dicen que en los habitantes de Pozuelo los han apoyado. En medio del intenso frío que ha azotado esta región, una mujer le envío por la cuerda una carpa, que ha sabido utilzar en la altura y que hoy compartirá con el colombiano. Otros, les han enviado comida y muchos otros que pasan por el sector les gritan otras. El nuevo en la grúa ha sido el comentario de hoy en la población. Algunos vecinos se quejaron de que es inútil la protesta, mientras que otros sólo lo ven como algo curioso y varios se acercan para preguntarles cómo están o qué necesitan, para burlarse de la precaria situación o para decir que los van a acompañar.

Lo cierto es que este colombiano se ha convertido en la nueva cara del alto desempleo que aqueja a España, cuya gasolina ha sido la explosión de la burbuja inmobiliaria y el mal momento del sector de servicios. Esta semana, el Gobierno informó que el mes pasado se sumaron 82.132 nuevos desempleados, por lo que el número de parados ascendió a los 4,13 millones parados.

Los extranjeros es la comunidad más afectada, con el 15 por ciento del total. A esto se suma los resultados de una investigación del Ministerio de Trabajo, en la que se concluye que el 77 por ciento de los españoles cree que hay muchos inmigrantes, tres de cada cuatro piden una política de extranjería más dura y más de la mitad piensa que es "bastante y muy aceptable" que los españoles tengan preferencia en el acceso al mercado laboral.

Desde 40 metros de altura Ramírez dice estar convencido de quedarse allí "hasta las últimas consecuencias" porque no quiere engrosar la larga lista de desempleados.


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