Según Domínguez, no se trata de hechos aislados de funcionarios, sino de una tendencia general, en la que no se han puesto limitaciones a la presencia etarra en el país. "Además, Hugo Chávez tiene una debilidad por las Farc, y cuando se ponen en una misma habitación el fuego y la pólvora al final hay un estallido".
Domínguez se refiere a las últimas informaciones que han salido a la luz pública sobre los nexos entre Farc y Eta y la alegada colaboración del gobierno venezolano con los terroristas, luego de que el juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco dictó un auto de procesamiento contra varios miembros de ambas bandas.
"Las dos organizaciones terroristas tenía relaciones previas, iniciadas en Cuba, y el territorio venezolano al final es el escenario perfecto para ese tipo de contactos", agregó Domínguez.
Se trata de contactos que aún se mantienen vivos. "Los datos que existen se refieren hasta 2008, pero no creo que los hayan abandonado porque llevan una trayectoria muy larga de contactos, que comienzan a principios de los años 90 y que se han mantenido casi sin interrupción durante todo este tiempo", señaló Domínguez.
Es una trayectoria que se basa en el intercambio de habilidades para desarrollar procedimientos terroristas, en el intercambio de información para moverse por Latinoamérica en el caso de Eta y para mejorar la eficacia en el terrorismo urbano en el caso de las Farc".
Autor de varios libros especializados sobre Eta, tema que ha investigado durante treinta años, ayer presentó su última obra, titulada "Vidas rotas". Coescrita con Rogelio Alonso y Marcos García Rey, reúne la historia de las 857 víctimas del terrorismo etarra a lo largo de cinco décadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario