jueves, 17 de diciembre de 2009

'Museo al aire libre' en Cundinamarca parece estar condenado a desaparecer

Cada año en el Nilo, en el suroccidente de Cundinamarca, en la noche previa al solsticio de verano un grupo de personas se reúne en torno a tres círculos pintados sobre una piedra. La figura es etendida como un calendario de los antepasados, y por eso la visita es sagrada.

Este trabajo es protegido del vandalismo, pero, según expertos, son contados los que tienen esta suerte, pues la gente no los cuida porque desconoce una de las riquezas más grandes del departamento: las manifestaciones rupestres. Es decir, pinturas y grabados sobre piedras, que fueron hechos entre 500 y 7.000 años atrás.

El antropólogo Álvaro Botiva, del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), contabilizó en Cundinamarca 172 en sólo 42 municipios, durante 10 años de investigación. Pero asegura que la cifra puede llegar a 500 y que ningún trabajo es idéntico a otro.

Este 'museo al aire libre' hoy parece estar condenado a desaparecer. "Muchos grabados y pinturas están cerca de los frentes urbanos, y a otros el entorno parece absorberlos", señala Diego Martínez , otro investigador. Cerca de San Mateo, en Soacha, muchos lugares donde están las imágenes son hoy botaderos de basura o marraneras, y en Facatativá los grafitis los taparon por completo.

Un peaje se tragó varias piedras

Botiva ve con tristeza el panorama. "Esto hace parte del patrimonio arqueológico y debería estar bajo la protección del Estado, pero no es así", dice y cita el ejemplo de la ampliación del peaje de Chusacá, que en plena obra destruyó varias piedras.

El investigador explica que cuando un grabado está en peligro de desaparecer, muchas veces se denuncia, pero que el problema se diluye entre las entidades y al final todo queda en un eterno rebote de responsabilidades.

Sin embargo, Eduardo Forero, del grupo de arqueología del ICANH, explica que ya se está desarrollando una ley para generar corresponsabilidad entre entidades.

Un ejemplo es tal vez lo que se viene desarrollando en el parque de las Piedras del Tunjo de Facatativá, donde se prohibieron las fogatas cercanas. En Soacha, en un lugar conocido como El Vínculo, un grupo de mineros cuida de una piedra.

Pero los investigadores no dudan en afirmar que la mayoría del arte antiguo se está perdiendo y que lo grave es que se está borrando parte de la memoria de Cundinamarca.


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